Haber salido el viernes por la noche y despertarse el sábado por la mañana sin rastro de resaca es el empujón más grande que existe para no quedarse en casa todo el día como un pequeño ermitaño.
Sábado, 8AM y yo estoy más despierta que los pajaritos que estaban cantando en los árboles fuera de mi ventana. El sol me informa que ya la mala racha de días nublados han terminado y también me demanda que salga a aprovecharse de él. ¿Qué hago yo? Lo que cualquier persona normal haría, volví a dormirme hasta que los rayos de luz eran insoportables y a las 10AM decidí salir de cama a ver lo que el día me traía.
Entre tazas de té verde, semillas de calabaza y pipas, recordé que a partir de las 12 del día se celebraba la segunda edición de Eat Street, un festival de comida ‘callejera’ (puedes ver lo que escribí de la primera edición aquí) realizado por BCN Més, entonces no era muy difícil la idea de lo que iba a hacer el sábado además de comer, lo que mejor hago.
Al llegar a Palo Alto, el recinto donde era Eat Street no me sorprendió demasiado ver la cantidad de gente que había haciendo cola. Suerte que me considero lista y me había acreditado unos días antes como ‘prensa’ (¡alguien me toma en serio!) y pude entrar sin hacer la colaza inmensa que había para entrar.
Todo en el recinto era muy bonito y agradable, pero la cantidad de gente que había era un poco agobiante. Era como si estuvieses en el lugar ideal, en el momento ideal, con la gente ideal, pero tienes cólicos y no puedes hacer nada al respecto. Sí, la comida genial… pero tienes cólicos ¿Me hago entender? Todo era un poco abrumador, había cola para entrar. Cola para comer. Cola para beber. Cola para sentarse. Cola para solamente estar en cola porque había veces que ni sabía qué era lo que estaba esperando.
Después de caminar y mirar todo el recinto que tenía además de comida, cerveza artesana y vino, di un paseo por un Flea Market que había en la parte detrás.
Y ahora, a lo que vinimos, la comida. Esto de ser freelancer y estudiante a la vez me tiene muy corta de dinero entonces no pude probar tanto como la primera vez que estuve en el Eat Street, además esta vez iba sola. Opté por probar del stand de Bánh mì, porque AMO el Bánh mì y no había demasiada cola, también el dueño del stand era muy simpático 🙂
Si no conoces lo que es el Bánh mì, es un tipo de sandwhich o rollo vietnamita que lleva zanahorias y jícama en escabeche, mayonesa, cerdo en una salsa deliciosa, puerro, cilantro, inmerso en salsa sriracha.
Solo hago recordar el sandwich y empiezo a salivar como cuando pienso en pepinillos. El pan absorbía perfectamente la salsa que abrazaba al cerdo, la zanahoria y el jícama tenían el ácido perfecto para balancear la frescura del cilantro y el puerro, y la sriracha simplemente le daba un toque más sabroso y picante al Bánh mì, y quedaba perfecto. Esto me lo comí con una cerveza artesanal de Barcino Brewer’s llamada Raval IPA, una cerveza local, claro, -como todo lo que me rodeaba-, que maridaba perfectamente con el Bánh mì, resalta brillantemente el escabeche de las zanahorias y el jícama, y hace un hermoso balance con los cítricos. También es fantástico saborear como baila el lúpulo y el cilantro en tu paladar.
Al terminar ese éxtasis culinario me fui a casa, estaba totalmente satisfecha y ya no podía más de la gente, además de que me entraron demasiadas ganas de escribir la experiencia, la que se resume en abrumadora y fascinante a la vez.
Cuando me fui del recinto todavía llegaba mucha gente, había hasta aun más cola, pero toda la gente me parecía feliz. Me parece fenomenal como la gente que es de Barcelona, o simplemente vive en ella no le importa apoyar la movida de la ciudad, aunque tenga que esperar para comprar comida o simplemente, entrar a esperar para comprar comida. Eat Street cada vez se hace más grande y tiene más apoyo, me emociona pensar en el día que pueda ser celebrado en una plaza en el centro de la ciudad.
Ahora me voy a ver lo que me trae la noche.
1 Comment