Sábado en la calle
Haber salido el viernes por la noche y despertarse el sábado por la mañana sin rastro de resaca es el empujón más grande que existe para no quedarse en casa todo el día como un pequeño ermitaño. Sábado, 8AM y yo estoy más despierta que los pajaritos que estaban cantando en los árboles fuera de mi ventana. El sol me informa que ya la mala racha de días nublados han terminado y también me demanda que salga a aprovecharse de él. ¿Qué hago yo? Lo que cualquier persona normal haría, volví a dormirme hasta que los rayos de luz eran insoportables y a las 10AM decidí salir de cama a ver lo que el día me traía.